“El caníbal es el otro”

“El caníbal es el otro”

El lugar y la seguridad en el trabajo de campo
Por Gabriela Zamora Castellares
March 4th 2019
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Photo credit Eva Willems

 

¿Cómo es nuestra relación con el lugar elegido para realizar nuestro trabajo de campo? ¿Es una relación compleja que desborda el exotismo? Podemos decir desde la posición de los científicos sociales que estos encuentros con los “otros” espacios superan a los del turista. ¿Pero qué significa la seguridad de un investigador que decide realizar trabajo de campo en lugares “lejanos”; distanciados no solo por la geografía sino también por la cultura, historia y el idioma?

Construir el lugar

Siendo sinceros, nuestros lugares escogidos para realizar investigación y trabajo de campo no son ingenuos. Detrás de ello hay un imaginario que hemos ido construyendo en nuestras mentes, que nos traen a esos lugares. Por ejemplo, la literatura, la música o el idioma son muchas veces nuestra primera relación con esos lugares lejanos que después formarán parte de nuestro trabajo de investigación. En ese sentido, los investigadores parecen tener una ventaja, porque pueden no solo informarse, sino también tener una posición crítica de esta relación. Por ejemplo, todos tenemos ideas, y preconcepciones sobre un espacio en particular. Estas ideas han sido construidas por medios de comunicación, libros, publicaciones científicas, imágenes, música, internet, experiencias compartidas mediante conversaciones, etc. Esta preconcepción es importante al momento de preparar y realizar nuestro trabajo de campo porque nos permitirá elaborar un mapa de posibles incidentes que afecten el proceso de trabajo de campo. Sin embargo, este mapa no terminará de realizarse hasta que se experimente el espacio en primera persona, interactuando con el lugar y su gente. Porque el espacio que nos separa no solo es físico. Ya sea que tu trabajo consista en recolectar muestras botánicas para un estudio de biología, siempre tendrás que interactuar porque los espacios son habitados por sociedades, con un idioma diferente, con una historia diferente y una cultura diferente. Esta diferencia no es una imposibilidad de realizar un trabajo de campo, es más bien la naturaleza del trabajo de campo. Por ello, nutrirse de referencias acerca del lugar es un paso fundamental para que el trabajo de campo logre sus objetivos de manera satisfactoria.

 

El lugar que no es

Uno de los aspectos que se toma en cuenta cuando se delinea y organiza el trabajo de campo es la seguridad. Esta concepción de seguridad en primer lugar tiene que ver con la condición del investigador en los lugares donde realizará trabajo de campo, el estado (social, político y cultural) de los lugares a investigar y la relación que puede tener con el tema de investigación. Por ejemplo, no es lo mismo investigar temas de desarrollo que tratar temas de criminalidad y corrupción, y no es lo mismo investigar estos mismos temas en áreas rurales que en urbanas. De esta manera realizarse todas las preguntas posibles y ensayar posibles respuestas, es un ejercicio importante para mantener nuestra seguridad mientras realizamos trabajo de campo.

Por ejemplo, una de las preguntas que surgieron mientras realizábamos trabajo de campo con mi colega historiadora belga, era si de alguna manera poníamos en peligro nuestra integridad física al realizar trabajo de campo en una zona considerada en “estado de emergencia” por ser el último espacio geográfico donde el movimiento terrorista Sendero Luminoso se encontraba y por ser un lugar de tráfico ilícito de drogas. ¡Todo esto suena terrible!, y lo más responsable parecía no realizar trabajo de campo en esa zona.  Del otro lado, no ver los matices de esta región, hubiera sido una oportunidad perdida de entender este espacio.

¿Cuáles fueron los elementos que permitieron tener una cierta certeza, en términos de seguridad, que nos permitió realizar trabajo de campo en esa zona, considerada por la empresa aseguradora de mi colega como inaccesible y prohibida? En primer lugar, la experiencia de primera mano. Como investigadora, yo había tenido la oportunidad de realizar etnografía en esa zona, y después como asistente de investigación había tenido la misma experiencia. Así comprobamos que la zona no era la que describían en los medios de comunicación. Es decir, la región había sido criminalizada y estigmatizada por los medios de comunicación e incluso por el gobierno por sus constantes pronunciamientos de lucha narcoterrorista. Pero los dos amigos investigadores europeos que realizaron trabajo de campo en esta región concluían que la zona era una de las más tranquilas en comparación con otras áreas urbanas del Perú, como el Callao en la capital Lima, por ejemplo, donde los índices de asaltos y crimen organizado son altísimos.

La segunda estrategia fue conocer el lugar y establecer una estrategia que nos permita realizar trabajo con precaución, es decir no exponernos a los peligros, porque a pesar de que la zona no era como la habían descrito, tampoco podíamos pensar que era todo muy tranquilo y que nuestra seguridad no esté en riesgo. En ese sentido, establecer y planear la dinámica del trabajo de campo es fundamental como por ejemplo elaborar contactos con varios actores de la zona, como la policía, las autoridades de las comunidades o instituciones y organizaciones sociales. Este vínculo que elaboras con estos actores es importante al momento de garantizar tu seguridad en el trabajo de campo.

Pero, ¿Cómo realizar este dialogo de prejuicios que es mutuo, entre el investigador y la población? Este dialogo será interseccional, mediado por tu condición y tu lugar de enunciación. Por ejemplo, la población de las comunidades en las cuales trabaje tenía prejuicios hacia mis colegas investigadores extranjeros, además que estos prejuicios dependían de si el investigador era hombre o mujer. En ese sentido, en el trabajo de campo con mi colega hombre era más complicado construir confianza con las personas. Por ser una zona de tráfico ilícito de droga, existía el prejuicio del estadounidense haciendo servicio de inteligencia para instituciones internacionales. Este prejuicio no solo era por el antecedente que tiene la institución estadunidense DEA en la lucha contra las drogas en la zona, sino también el carácter machista de la gran mayoría de la sociedad peruana, en donde mi colega mujer, por ejemplo no podía ser considerada una espía, por que las mujeres por “naturaleza” son más buenas. Por otro lado, mi colega hombre no sufría el acoso callejero que mi colega mujer enfrentaba. Por ello, la importancia de comprender la dinámica de la sociedad donde se realizará el trabajo de campo es fundamental para nuestra seguridad. El machismo, en ese sentido, fue para mí uno de los contextos a analizar al momento de realizar trabajo de campo.

Por otro lado, existe también el prejuicio válido, de que la población donde realizamos trabajo de campo siempre está buscando a cambio algo concreto, como ser retribuidos en términos monetarios o de ayuda, si estas están en condiciones de pobreza, por ejemplo. Pero algunas veces los prejuicios son superados, con la capacidad humana de solidaridad. Me explico: hay casos en las cuales, en circunstancias de peligro, como asaltos o accidentes, la población sentía mayor empatía por tu condición de estudiante, porque recordaba el objetivo de sus propios hijos en el sistema educativo y aceptaban a conversar a pesar de que no le ofrecimos nada más que nuestro interés por conocer su historia e interpretarla en términos intelectuales para compartirla a la comunidad académica de la cual muchas esas personas se sentían ajenas. Por ello era de gran importancia la identificación y el respaldo académico de tu institución educativa. Finalmente hay principios o experiencias globales que nos identifican mutuamente como humanidad, como la familia, por ejemplo. Muchas mujeres en los andes del Perú me pedían que cuidara a mi compañera extranjera porque su madre sufriría si algo malo le pasara en un lugar tan lejano. La seguridad depende de todas esas interacciones y de ser conscientes de las dinámicas sociales y empatías globales para no arriesgar nuestra integridad.

 

Aquello que no te deja ver

En ese sentido, muchas veces los lugares donde decidimos realizar trabajo de campo están mediados por estereotipos y prejuicios que son muchas veces inevitables, y que son nuestras primeras fuentes del espacio Esto no solo tiene que ver con referencias de los lugares que pueden ser definidos como naturalmente violentos sino también con ideas que pueden atraerte al lugar, como la idea de la relación mística con la naturaleza que “todos” los indígenas tienen. Recuerdo un ejemplo de finales de los ‘70 en donde una antropóloga estadounidense realizó etnografía por muchos años en una comunidad andina campesina y donde solo describió su relación con la naturaleza, y todo era muy armónica y apolítica, un “buen salvaje”. Sin embargo al año que se fue, en la comunidad se dio el primer atentado violento del movimiento maoísta Sendero Luminoso que había estado cimentándose años atrás en la comunidad.

Es decir, los estereotipos pueden construirse y solidificarse tanto así que muchas veces incluso mientras realizamos el trabajo de campo nos cuesta ver las áreas grises. En ese sentido, proveerse de diferentes perspectivas ayuda, en mi opinión, a establecer posibles circunstancias que afecten el espacio y la seguridad, ya sea del investigador a cargo del proyecto o la de sus colaboradores.

 

Gabriela Zamora Castellares (Universidad Nacional San Cristobal de Huamanga) is a historian conducting research on the legacies of the civil war in the region of Ayacucho in Peru. Since 2015, She has been working together with Eva Willems (Ghent University) in conducting fieldwork with survivor communities in the Andes region on the one hand, and self-defense militias in the jungle region of the VRAEM on the other.

Contact the author: Gzamoracastellares (at) gmail.com

 

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